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Villa Constitución 22/12/2022

“Hay que hacer lo que a uno lo hace feliz”

Músico desde la cuna. Dejaba de ir a la escuela para poder tocar la guitarra más tiempo, a pesar de repetir el año en dos oportunidades. Su hija Maitena le cambió la vida.



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DIEGO LUDUEÑA estuvo contando sus inicios en la música, que comenzó con una batería casera que luego fue reemplazada por una guitarra criolla que le regaló su tía. “Estaba toda rota”, recordó el protagonista, pero la pudo arreglar y los primeros acordes se hicieron escuchar.
“RETRATO, en vivo” fue el lugar en donde “el Negro” se explayó y contó que nació en San Nicolás y vivió “muy poquito” en la vecina ciudad bonaerense. La entrevista fue realizada por Marcelo Pellegrini y, en las páginas de Diario La Ciudad, reproducimos las partes más salientes. 

¿Desde qué parte de tu vida comenzamos?
“Por la música, siempre por la música, porque además yo a los cuatro años ya jugaba con una batería que me armaba mi mamá con latas y palos. Me iba al patio y estaba todo el día y fue el primer instrumento del que me enamoro”.

¿A qué edad cambiaste la bata por la viola?
“Cerca de los 13 años cuando una tía de San Nicolás, que se llama Perla, me la dio. Ella estudiaba música y tenía muchos instrumentos y una guitarra criolla abandonada porque estaba muy rota. Me la dio y un hombre del barrio me la arregló”.

¿Empezaste solito?
“Me fui al negocio de Igual, en calle San Martín, le compré unas cuerdas, las puse como pude y me inicié. Lo hacía por mi cuenta, solo y ni siquiera tocaba en los actos de la escuela. Los evitaba porque uno siempre toca lo que no le gusta en esas situaciones”.

¿Qué música escuchabas a los 13 años?
“Nirvana fue una banda que me pegó un montón, me fue cambiando la cabeza”.

Contame cómo es que naciste en San Nicolás
“No puedo decirte mucho porque viví menos de un año. Justo mis viejos estaban allá y fue por eso, pero al toque nos vinimos a Villa con mi papá Ricardo, que todo el mundo conoce como “Conejo” y mi mamá Inés Quiroz. Tengo también una hermana que se llama Noelia y que también es una artista porque hace bordados a mano de manera increíble”.

¿A qué zona o barrio de la ciudad vinieron?
“Al Talleres real, porque el barrio donde está el club no es Talleres y después nos mudamos a la casa que estamos desde siempre, detrás de la pileta del club, a metros de la entrada a la cancha de fútbol”.

¿Los estudios me imagino que los cursaste en la escuela Sarmiento, al menos la primaria?
“Sabés que no… la primaria la hice en la Dante y la secundaria la terminé en la Cristo Rey. Fui un mal alumno, me llevaba muchas materias y lo único que yo hacía era tocar la guitarra. No me gusta estudiar, me estresaba, me daban nervios que me hagan pasar al frente o me tomen lecciones. Mi cabeza estaba puesta en la guitarra, no me gustaba la escuela y repetí dos años”.

La pasaste mal…
“Tenía un amigo, Fede Galassi que hoy vive en Italia y que tampoco le gustaba, así que nos íbamos a la plazoleta a tocar la guitarra y no iba a clases. Yo repetía porque quedaba libre de faltas, no porque no aprobaba”.

Tu vida es la música, pero decime, al menos, que cuando mirás la tele, ¡no son programas relacionados o recitales!
“El televisor del living de mi casa, cuando está prendido, tiene puesto videos de música o recitales o programas de música. Mi señora Vanesa también gusta de estas cosas y descubre bandas o canciones y me las muestra. Solo dejamos la música cuando mi hija mira dibujitos”. 

¿Definite como padre?
“Soy sobreprotector, pero creo que porque es la única que tenemos y me dan miedo muchas cosas por no saber. Me cuesta mucho ponerle límites y mi hija me gana en todo lo que quiere. Maitena cambió el rumbo de mi vida y me hizo más responsable”. 

¿Tenés alguna materia pendiente?
“Ir a tocar a otro país o hacer una gira con una banda. Me gusta mucho todo lo que pasa en un viaje largo con los músicos, lo que se vive y conocer otros lugares y que sepan de tu música y tu arte”.