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Villa Constitución 20/04/2021

Violencia de Género del hombre hacía la mujer

Son decenas de miles, las que sufren maltrato y siguen sometidas a todo tipo de amenazas sin atreverse a denunciarlo. Excesivo número de procesados y condenados por delitos.



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Por Nadia Horst 

Profesora en Ciencias de la Educación,

especializada en Problemas de Aprendizajes.

 

 

La Ley llama “Violencia de Género” a la que ejercen hombres contra mujeres con las que mantienen o han mantenido un vínculo afectivo de cierta duración. Hombres que creen que la educación que han recibido los legitima —aunque sepan que la ley los condena—a usar la violencia con el fin de conseguir que la mujer se comporte de acuerdo a como ellos creen que debe hacerlo una mujer, con distintos grados de violencia psicológica (órdenes, gritos, insultos, amenazas) o la combinación con diferentes niveles de violencia física y sexual, pero siempre con el mismo objetivo: educar o reconducir a la mujer. Hombres que viven el asesinato de sus víctimas como resultado del fracaso para someterlas. Seguramente preferirían seguir dominándolas toda la vida, pero las matan cuando comprueban que ellas están dispuestas a conseguir la libertad a pesar de todas sus violencias. Por eso, en más del 80% de los casos, el crimen se comete en el trascurso de un proceso de separación iniciado por ella. La denuncia no suele ir acompañada de un aumento del maltrato.

Con la denuncia, es frecuente que baje la violencia, porque ésta basa la impunidad en el secreto. Cuando se ven descubiertos y cuestionados socialmente, los agresores suelen controlarse más. Es la separación la que puede dar lugar a más violencia, porque implica que la mujer busca escapar a su control. Si los agresores ven que sus víctimas están controladas suelen mantener la calma, pero en el momento de la separación el autocontrol, puede dejar de tener sentido.

El maltrato, la agresión sádica, repetida y prolongada, suele producirse en situaciones en las que la víctima es incapaz de huir y ésta es una circunstancia que se da con mucha frecuencia en la intimidad de la familia, porque el hogar es la esfera más oculta de las relaciones interpersonales y los malos tratos en el matrimonio no han sido criticados desde un punto de vista social hasta fechas muy recientes, salvo cuando se llegaba a situaciones muy conflictivas.

La familia ha facilitado el sometimiento de la mujer a los deseos del marido o compañero y son más las posibilidades de ser o haber sido maltratadas física o psicológicamente por alguien querido y de nuestra propia familia.

Uno de los obstáculos a la hora de conocer los efectos reales sobre las víctimas, es lo difícil que resulta a profesionales (de la salud, policiales, judiciales, etcétera), entender cómo se puede soportar este tipo de calvario.

Las consecuencias, son cierta desconfianza hacia la víctima y algún grado de exculpación o de indulgencia (complicidad) con el agresor.

Esta realidad no ha cambiado, pese a estar inmersos en un proceso que camina hacia la igualdad.  De todos modos, el camino que parece llevarnos a la desaparición de todas las diferencias, es un proceso largo, de ritmo discontinuo y no exento de posibles retrocesos, que precisa del compromiso consciente del mayor número posible de mujeres y hombres para culminarlo.

(continuará).