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Villa Constitución 11/05/2023

Pablo “Pipi” Marcángelo, una vida dedicada al vóley y a Riberas del Paraná

En medio de un gran presente, el entrenador nos contó sobre la actualidad de la Academia, sus comienzos y la docencia. Además, ya le puso fecha a su retiro…



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Si mencionamos a Pablo “Pipi” Marcángelo, sabemos que estamos hablando del vóley de Riberas del Paraná. El entrenador fue uno de los primeros profesores de la disciplina en la institución y, sin dudas, es la pieza clave para el gran presente que vive el vóley ribereño.
Este 2023 comenzó de gran manera para Marcángelo, ya que en apenas cuatro meses y pico, logró coronarse con la categoría sub 18 femenina del torneo interasociaciones y de la primera etapa de la Liga Provincial Bonaerense.
Para conseguir este último logro las chicas ribereñas -y su entrenador- debieron sufrir mucho, ya que de los siete partidos que disputaron, cuatro de ellos tuvieron que definirlos por tie- break.
Tras su segundo título en lo que va del año, el “Pipi” le agradeció a “la subcomisión de vóley y a los padres que los acompañan a todos lados”. Además, el entrenador aseguró que “el club brinda el espacio y está en lo que necesitan dentro de él”.
Este gran presente que vive Riberas del Paraná tiene mucho esfuerzo y dedicación detrás, sumados al nombre de Pablo Marcángelo. El profesor de vóley, clave en la historia del vóley en Riberas, habló de todo en una entrevista a solas con Diario La Ciudad y también adelantó que piensa retirarse a fin de año…

¿Cómo fueron tus inicios en el vóley?
“Odiaba el vóley, yo jugaba al básquet y era técnico en esa disciplina. Fue un desencanto con el básquet, luego de un problema, y me sacaron de ahí. Estuve muy amargado y con una depresión en el medio. En ese momento el profesor Roberto Murno -amigo de mi hermana- me habló y me invitó a empezar con vóley. Primero le dije que no sabía nada de vóley y, además, lo odiaba toda la vida porque competíamos por la cancha con básquet. Luego le hice caso y, en el año ‘95, empezamos los dos. En Riberas no había vóley, por lo cual comenzamos de cero. A los dos años, Roberto me dejó solo y acá estoy, hace 28 años que doy clases en el club”.

¿En qué otros lugares trabajaste?
“En el vóley en el único lugar donde trabajé fue en Riberas. Actualmente, estoy en la escuela Nº 6216 de barrio Galotto, la Divino Maestro (Amelong) y tengo horas en el Profesorado de Educación Física. Este año estoy relevado de los cargos porque fui nombrado como referente de los Juegos Santafesinos. Estoy abocado a la organización de todos los torneos deportivos para competir a nivel local. Después pasarán al Departamental, Zonal y Provincial. Todo termina en los Juegos Evita, en la localidad de Mar del Plata. Así que si tenemos ganadores, allá estaremos”.

La docencia no sólo implica pasión por el deporte, ¿qué más se necesita para ser un buen docente?
“Es una profesión donde hay que poner mucho de uno, más que nada en el club. Entiendo que lo vivo de esa manera y que considero que ese es el camino. Las locuras que uno hace no sé si las haría en otro lugar porque Riberas es mi casa y en las escuelas hace mucho que estoy.
Uno se hace carne de las instituciones y muchas veces hace cosas demás, y después en el cajero cobramos lo mismo. Entonces es esa pasión que uno tiene por la profesión y por brindarles a los alumnos la mejor calidad en enseñanza. Obviamente con muchos problemas, sobre todo económicos, que no permiten hacer ciertas cosas. Pero, tanto en lo deportivo como en lo profesional, tiene que haber vocación, pasión, entrega y disposición”.

¿A qué ayudan estas cualidades?
“Eso contrarresta muchas cosas, como no estar tanto tiempo con la familia, a la cual le agradezco porque soy lo que ellos quisieron que sea. Otra de las cosas que ayudan es la capacitación boca a boca con otros profesores, con los cuales nos vivimos retroalimentando. Llegó un momento que teníamos equipos en común con varios profes de otras escuelas”.

Hace 28 años que das clases de vóley en Riberas, ¿qué avances notás dentro de este deporte en la institución?
“Históricamente el club compitió en la liga rosarina, donde salimos campeones en la B, ascendiendo a la A1 en un año. Se obtuvieron siempre resultados. En el 2008 empezamos a competir en la Liga Nicoleña y, desde ese año hasta el día de hoy, hemos jugado todas las finales de todas las categorías todos los años. Ese es el objetivo de arranque de cada temporada en el club. Lo que más se nota en este tiempo es la gran cantidad de jugadoras que hay. Históricamente, empezaba a competirse desde sub 14, pero no había más de setenta jugadoras entre todas las categorías. Eso hacía que se pudiera entrenar mucho más fuerte y específico en cada puesto”.

Si hablamos de la actualidad, ¿qué nos podés contar?
“Hoy estamos cerca de las ciento cincuenta jugadoras, y jugadores, porque este año incrementamos los varones. Eso está buenísimo, pero para la parte competitiva no lo es porque hay mucha cantidad de jugadores por práctica. El vóley es bastante técnico, hay que repetir muchas veces cada gesto y con tantos jugadores no se cumple eso. Es lo que hay, estamos contentos con eso, pero se pierde un poco de calidad”.

¿Tenes planeado retirarte?
“Me queda poco porque dije que este va a ser mi último año, me voy a retirar. Ya había dejado las inferiores, quedándome solamente con sub 18 y primera. A cargo quedarán Bianca, mi hijo y el Panchi Gauna”.

¿Cuál crees que es la clave para este presente del vóley de Riberas?
“No es que seamos unos genios y los demás no sean nada, sino que Riberas tiene una línea de trabajo que -a través de la subcomisión y los papás-, jugamos torneos abiertos por todos lados. Defensores de Ramallo viene a la vanguardia nuestra, pero después no hay otro equipo en la liga que salga tanto como nosotros. Ese es el secreto, porque una jugadora de Riberas termina el año con más de setenta partidos y, los que solamente juegan la liga, no llegan a treinta.
Otra de las claves es el entrenamiento. Nosotros comenzamos la pretemporada la segunda semana de enero y los feriados entrenamos, no sé cuántos clubes hacen eso. Hay muchas cosas que uno ha dejado, que no dan dinero y no te hacen rico, sino que lo hacemos por la pasión y el deseo de competir al mejor nivel que podamos”.

¿Crees que Riberas podría competir en la Liga Rosarina?
“En Rosario no jugaríamos la final de la liga A1 todos los años, soy consciente de eso. Pero sí, le podemos ganar al quinto de esa categoría, porque ya lo demostramos. O sea que compitiendo todos los fines de semana en esa liga, no sé qué pasaría, porque el nivel te lo da el roce.
En la liga rosarina se nos hace imposible llegar a competir en A1 porque las categorías que suman la tira son sub 14, 18 y 21, y nosotros a la sub 21 nunca la podemos formar porque las chicas se van a estudiar. Si vos no tenés esas tres categorías, no podés pertenecer a A1 y te tenés que comer tres años de ascensos para llegar. Entonces decidimos mantenernos en esta competencia y tratar de buscar el nivel -que en algunos clubes de nuestra liga falta-, en los torneos abiertos”.

¿Qué podés decir de los tres profesores que te acompañan día a día?
“Bianca es como una hija para mí porque la empecé a entrenar a los trece años y hace casi diez que está conmigo. Calculo que va a seguir la línea con su impronta. Mi hijo nació con la pelota abajo del brazo y, cuando lo ven dirigir, todos le dicen que es igual a mí. Yo sé lo que siente por esto. Por último al Panchi lo incorporamos el año pasado y tenemos las mejores referencias de los papás, las nenas están muy cómodas”.

¿Qué soñás para el vóley de Riberas del Paraná?
“Son épocas distintas y hoy no va a ser tan fácil ir a buscar ese roce por el tema económico, pero también la vivimos en el 2001 y se han hecho muchas cosas. Espero y anhelo que se mantenga este paso, se cumplan los objetivos propuestos, y seguramente esté ayudando desde otro lado”.