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Villa Constitución 13/11/2022

“Mi vida como maestra fue maravillosa”

La “escuelita de barrio Malugani” la recibió y la cobijó por treinta años. Fue su segundo hogar y allí, educó a centenares de niños que recibieron su dulzura, comprensión y exigencia.



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SUSANA NUÑEZ hace ocho años dejó de ejercer su profesión de docente, la que la tuvo durante tres décadas, formando parte de su querida escuela León Gauna, y ahora, “trabaja de abuela”, una tarea que disfruta y que llegó a su vida dos años después de haberse jubilado.
La “seño Susi”, como la llaman sus ex alumnos que la cruzan por la calle, junto a Nidia de la Torre, creó el jardín de infantes Nenería, siendo uno de los primeros en nuestra ciudad y desde allí, fue construyendo una vocación que hasta el día de hoy la hace sentir orgullosa.
“RETRATO, en vivo” (Canal 4, lunes desde las 21.15) y su conductor Marcelo Pellegrini, la recibieron para que describa su paso por el camino educativo, un sendero lleno de recuerdos y emociones.

¿Cómo te preparaste después de tantos años en el mismo lugar, para dejarlo por completo?
“No fue nada fácil. Hice todo un proceso, me preparé mucho porque siempre estuve allí, en la misma sala, el mismo armario, como que todo era mío, pero pude hacerlo”.

¿Y cómo fue el día después?
“Toda mi carrera la hice de tarde y entonces, me sentaba en mi casa a las 13.00, me preparaba un café y me lo tomaba pensando que tenía toda la tarde libre, que no tenía que ir a la escuela y que podía disfrutar de otras cosas. Pero, te repito, me tomaba ese tiempo para poder pensar y concientizarme”.

Por suerte para vos, apareció tu mejor regalo, Joaquín
“A los dos años de haberme jubilado y dejado de trabajar, llegó mi nieto, hijo de Lucas que para mí es todo, un enorme placer tenerlo y disfrutarlo, así que ya tengo mi tiempo libre ocupado de la mejor manera”.

Además de cuatro hijos…
“Joaquín es hijo de Lucas, pero también tengo a Juliana, Clarisa y Luisina. Los dos primeros fueron deportistas siempre y las otras dos, ahora que son más grandes, practican deporte. Estoy casada con Jorge Rodríguez, que es nicoleño, desde hace cuarenta años”.

¿Dónde viviste tu infancia?
“Vivíamos en la casa de mis abuelos Catalani, en Mendoza y Rivadavia, en un departamentito de la parte de atrás. El patio era inmenso y compartíamos el lugar con mis primas y allí nos criamos todos. Mi papá trabajaba en la Junta Nacional de Granos y mi mamá en CILSA”.

¿Cómo y dónde iniciaste tu vocación?
“Antes de ser titular en la escuela León Gauna, fuimos la primera promoción del profesorado de maestras jardineras. Yo tenía un grupo de estudio chiquito con unas amigas y mientras, trabajaba y cuando nos volvimos a encontrar para rendir un concurso que había anunciado el ministerio, Nidia de la Torre me cuenta que tenía ganas de poner un jardín de infantes”.

¿Ambas trabajaban?
“Si, pero me encantó la idea y lo hicimos en la casa donde vivían mis abuelos en calle Mendoza, que fue ideal para el jardín. La experiencia fue maravillosa y duró seis años, porque ambas fuimos quedando de titulares en las escuelas y no pudimos seguir”.

¿Y vos dónde estudiaste?
“Hice todos mis estudios en las escuelas Normal, también el profesorado con muchas de mis amigas que hasta hoy seguimos practicando la amistad”.

¿De pequeña soñabas con ser maestra?
“La verdad que no. Yo jugaba de chica a eso con mis primas, pero ya nos habíamos mudado con mi familia al Chapuy, entre Moreno y Belgrano y teníamos como un campito enfrente, en realidad, todavía existe, así que jugábamos todo el tiempo a diferentes cosas”. 

Tenés los vecinos de toda una vida 
“Nanni, Catalano, Marinozzi, Zucatto y el matrimonio Nallino que ya se fue. Éramos chicos y teníamos todo ese lugar para nosotros, una especie de parque que nos ayudaba a inventar cosas. Recuerdo que la calle Belgrano no estaba pavimentada y entonces la usábamos para andar en karting, en patines y esas cosas”. 

¿Estudiaste dibujo y pintura?
“De la señora de Garcés, en calle Salta casi Rivadavia. Era una casa de dos pisos donde yo iba a estudiar y me fascinaba. Terminé estando en cuarto año de la escuela y un año después, en mi casa abrí un taller para todos los nenitos del barrio. Todos venían y entonces me fui organizando, comencé a cobrarles y los llevaba a rendir y, fue ahí, cuando me di cuenta que quería ser docente”.